La crisis del Mojito y el Daiquirí

“Para bailar esto es una bomba”

Osama Boom Laden

En los años 2000 cuando los avances tecnológicos y la burbuja del puntocom estaban de moda en todo el mundo yo tendría como 13 años. En esas vacaciones en casa de mi abuela Bertalina, éramos 3: Toki, el perrito de mi abuela, mi Yeya y yo. Yeya nos trataba con mucho cariño, sobre todo al perro.

El reloj marcaba que habían pasado 3 horas, desde la hora en que mataron a Lola¹. Yeya comenzaba a preparar la comida, Toki dormía a mis pies, y yo miraba en el televisor KRIM 218 lo único que había, un discurso de Guarapo. En ese tiempo a Guarapo le había dado por convertir a Cuba en una potencia en el desarrollo de software. En el discurso hablaba de que se iba a construir una nueva universidad , que se llamaría Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).

El menú que preparaba mi abuela era arroz blanco, frijoles negros y de plato fuerte había puesto unos huevos a descongelar. Los olores de la comida se empezaban a sentir mientras que en la TV seguían hablando del proyecto de la universidad.  La universidad sería construida en una antigua estación militar rusa donde, en octubre de 1962, se encontraba una de las plataformas de lanzamiento de misiles nucleares que fue fotografiada por los aviones norteamericanos U-2 y que desató la tensión nuclear más peligrosa del siglo 20. Para los millennials, este momento histórico fue bautizado por cada gobierno como mismo creó Dios al hombre, a su imagen y semejanza.

Para los rusos, era la crisis del Caribe y a 9582 km de distancia, en Moscú, esto sonaba como un enfrentamiento entre el Mojito y el Daiquirí. Para los norteamericanos, a 90 millas, era la crisis de los misiles. Un título Hollywoodense, perfecto para fomentar el odio y la xenofobia. Y para los cubanos, era simplemente la crisis de octubre. Titular que sonaba a parte meteorológico de otoño. A Guarapo no le convenía que el pueblo supiera que Cuba se había convertido en una base militar rusa. Dijo que la UCI estaría en el Km 2½, de la Carretera a San Antonio de los Baños.

La jama estaba casi lista, ya mi abuela estaba friendo los huevos descongelados y se sentía el zumbido de la olla de frijoles botando la presión. En la TV, la cosa se puso crocante. Decían que la universidad sería una ciudad de 15 mil personas. Tendría edificios con apartamentos con cuartos con aire acondicionado y serían la misma cantidad de estudiantes que de estudiantas. Eso captó toda mi atención. Nunca había dormido con aire acondicionado. Yeya ya había empezado a preparar la mesa y nos llamó a los gritos y con cariño como siempre:

—Ven pipo, que ya está tu comidita — a Toki.
—So´ vago, a comer— a mí.

Nos arrimamos a la mesa los dos y yo sin apartar la vista del KRIM le dije a mi abuela: 

—Cuando sea grande voy a estudiar en la UCI.

Mi abuela quedó perpleja, no dijo ni una palabra. Se notaba que su cabeza era como la locomotora de un tren, procesando la información. No le salía humo por los oídos, pero de fondo en la cocina continuaba el zumbido de la olla botando la presión, que le daba un efecto cinematográfico a la escena. Nunca voy a olvidar ese momento. Yeya tenía amarrado en la cabeza un pañuelo verde que le cubría el torniquete, una blusa amarilla mostaza, una saya roja y unas chancletas plásticas malvas. Parecía un guacamayo.

De repente me habló:

—Has visto todo lo que han estudiado tus padres para ser médicos. ¿Y tú has visto cómo viven? Colando guachi y criando puerco. Eres más inteligente. No estudies tanto. Hazte pescador, que ahí es donde se consiguen las lanchas!!!

¹: La hora que mataron a Lola, en Cuba, indica que son las tres de la tarde. Pero como en Cuba no hay CSI, ni Sherlock Holmes, el cuento popular ha dejado muchas preguntas inconclusas ¿Y cómo es Lola? ¿En qué lugar se enamoró de ti?¿De dónde es?¿A qué dedica el tiempo libre? Sabemos que el suceso extendió su fama cuando el presidente Ramón Grau San Martín, durante uno de sus discursos, consultó su reloj y exclamó «¡Coño, son las tres de la tarde, la hora en que mataron a Lola!».